lunes, 7 de septiembre de 2015

Los únicos que dicen la verdad son los locos y los niños, a los locos se los encierra y a los niños se los educa.

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No hay noche sin día ni libertad sin anarquía


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La independencia de Cataluña y sus dos caras

Éste es un tema del que se lleva hablando ya hace mucho tiempo, pero la mayor parte de veces no muy seriamente, sino como un sueño de utopía. Pero ahora, por fin, desde que empezó la crisis se empezó a hablar de soluciones al problema, y, evidentemente a muchos se les pasó por la cabeza la idea de la independencia.

Lo malo es que, de tanto tiempo que los nacionalistas catalanes llevaban hablando de eso, España confundió la independencia por razones económicas  con la independencia por patriotismo.
Debo aclarar, llegados a éste punto, que no me siento orgulloso de ningún país en especial, porque considero que el orgullo es un sentimiento hacia actos que uno mismo ha hecho o que el entorno más cercano o grupo social ha realizado. No me parece que el patriotismo sea "lógico", por así decirlo, aunque lo respeto, siento que sentir orgullo por un país es sentirse orgulloso por un trozo de tierra con fronteras artificiales y con una historia llena de altibajos.

Pero el meollo de la cuestión es que dentro del núcleo de personas independentistas hay diversos tipos, como ya dije el patriótico, que quiere la independencia por diversas razones históricas, entre ellas sucesos que van desde el 1714 hasta la época franquista, en la que muchos sufrieron. Si bien han habido injusticias en el tiempo creo que hay heridas que nunca se cerrarán, por desgracia. La independencia no hará que el franquismo y las diversas guerras que hubieron entre Cataluña y España desaparezcan.

Luego está el independentista económico, o como me gusta más llamarlo a mí es social. Éste quiere la independencia por las evidentes injusticias antes y durante la crisis. El independentista social está harto de que España se quede con el dinero catalán y le devuelva menos, cuando le da mucho dinero a otras comunidades autónomas y no a Cataluña. Básicamente, el independentista social quiere el reparto adecuado de bienes.

Las he presentado como diferentes personas pero en realidad pueden estar en una sola persona, siendo cada cara con más o menos porcentaje.

Adiós.

W.A.

jueves, 3 de septiembre de 2015

El mundo es una condena, y si no lo es, lo parece

El mundo es una condena. Me he dado cuenta de esto.
No se me conoce  por ser un filósofo optimista, pero tampoco caí en la cuenta de algo tan grande. Incluso me ha costado de aceptarlo.
Hoy no tenía nada que hacer. Nada, tras haber hecho un pequeño recadito y haber hecho más quehaceres. En definitiva, un día más tirado a la basura.
Básicamente me aburrí mucho. Intenté jugar a algún juego, leer artículos en internet sobre como no aburrirse, intenté hacer un cubo Rubik… Acabé de los nervios, a punto de llorar.
Y al final lloré. Luego de un rato comprendí que en poco tiempo volvería al trabajo, luego casarme, tener hijos, y morir como uno más. ¿Qué importaría mi estúpida muerte? Seguro que poca gente asistiría a mi funeral. Con pena recuerdo que tampoco yo quería quedarme en el de mi bisabuelo. Supongo que era joven, y estúpido. Pero no tan sólo me refiero a ir a un funeral, sino recordarme. ¿A quién le importaría salvo a mi esposa e hijos que ya no estuviera? Mi vida habría una monótona estupidez, y no les culparía por pasar de mí. Total, nunca había hecho nada más que seguir órdenes. Órdenes de gente que se creía mejor que yo, y que a pesar de eso eran como yo, salvando los años de diferencia o cosas así.
Entonces lo entendí, lo entendí todo. La vida es una condena.
En la vida naces libre, pero por alguna cosa que hiciste se te detiene y se te mete en una especie de cadena de montaje, en este caso una “cadena de vida”, pero más o menos igual. Allí te obligan a trabajar cual esclavo porque sí, y sólo hay pequeños descansos en ello. Puedes elegir en qué trabajar, por supuesto, pero siempre tendrás que trabajar de algo para seguir en el sistema y que no se te trate como a una mierda. Luego mueres y, en 50 años, seguramente nadie te recordará. Así es la vida. Por desgracia la mayoría estamos condenados a ser unos Don  Nadie.
Cualquiera dirá que simplemente es un ataque de pesimismo, pero, simplemente, usted que está ahora piense en su sueño de infancia. Seguro que muchísimos de los lectores habrán tratado a su gran sueño como un trapo sucio al haber alcanzado la “madurez”, en la que te das cuenta de que el mundo es una condena, y no sólo eso, sino que encima lo aceptas y te engañas a ti mismo negando la evidencia.
Cuesta muchísimo que alguien controle por completo su vida, y, generalmente, eso se genera gracias al trabajo de los demás. Básicamente, para no estar hundido hay que hundir.
La pregunta es: ¿Qué narices he hecho yo para tener que lidiar con tantos estereotipos y modelos a seguir? ¿Por qué tengo que ser como todos cuando yo soy único?
Lo peor es que tenemos ganas de estar ahí, siendo como herramientas, tratadas con más o menos cariño, pero herramientas, al fin y al cabo. Pareciera que nos gusta no pensar, que preferimos seguir órdenes. Y yo digo, si tan mal nos ha ido hasta ahora, ¿porqué no cambiamos algo, porqué? ¿Por qué no intentamos hacer que nosotros cumplamos nuestra voluntad, y no otros, para variar? ¿Por qué no dejamos de negarnos lo obvio, y es que somos esclavos?
El mundo puede ser tuyo, pero si lo niegas, quizá cuando decidas tomarlo sea demasiado tarde.
Que tu condena sea leve, y que al fin seas libre.

W.A. 

domingo, 26 de julio de 2015

La ley y el hombre

Desde hace poco he visto que la ley es limitar a las personas, y encima por unas personas que son iguales a las anteriores.
La ley niega la libertad del individuo y el libre albedrío. Nos limita en muchos casos.
Hay personas que piensan que es necesaria, porque no sabríamos comportarnos sin. Hablan de sí mismos, porque no saben cómo se comportarían los demás, sólo suponen que los demás harían lo que ellos.
Y yo digo, claro que necesitamos leyes, si no sabemos comportarnos sin. Aunque es una pena. Estaría bien ser libre.

martes, 9 de junio de 2015

¿Y qué narices es el amor?

Pues la cosa es que el otro día alguien me preguntó esto, y escribirlo aquí no podría ir mejor, ya que, por desgracia, es un concepto desconocido en nuestra sociedad.

Muchas personas han intentado definir este término, mas yo voy a dar mi versión de los hechos.

Para mí, el amor es la unión de una o dos cosas, claramente hablando del plano "abstracto", para que  me entiendan.

Por ejemplo, existe el amor a una ideología o a una meta, al país, etc. Por así decirlo, este tipo de amor "sacrifica" a los individuos ,y éstos se diluyen en el grupo, para llegar a una meta más grande, un "κοινός στόχος" (kóinos stóchos).

También existe el amor dual, o entre dos personas. Éstas uniones son las de padres e hijos, amigos o parejas. Por así decirlo, es el amor a una persona.

Existe también el amor a una deidad, la devoción. Éste se basa en la fe, y no en la contemplación de la belleza o la voluntad de alcanzar una meta común.

El amor hacia los animales contiene cierta parte del amor dual, pero no sé clasificarlo en alguno de estos campos.

Empezaremos por el amor que interesa a la gran mayoría, que es el amor dual. Ya mencioné que existen diversas variantes: el amor romántico (pareja), amistad (amigos), amor fraternal (de un padre a un hijo, o viceversa; también uniones similares, como la de un maestro y su alumno).

El amor romántico radica en la contemplación de la belleza. Si usted ha estado enamorado o ha visto a enamorados seguramente nota que se miran mucho a los ojos. Eso es porque se contemplan mutuamente y también a su amor. A su vez el sentimiento de contemplación propia lo acompaña un deseo de hacer feliz al otro, aunque a veces no lo parezca, es la meta del amor romántico.

La amistad sería definida por mí como una metáfora: los compañeros de trabajo, prisión o lo que sea se conocen y se quieren por el simple hecho de que sus vidas estén cerca. Por así decirlo, los amigos son refuerzos mutuos para la vida. Es un amor mucho más espontáneo que el romántico, que me parece más único y difícil de lograr.

El amor fraternal es el agradecimiento de un padre/maestro a un hijo/alumno o viceversa por transmitir compañía, conocimientos, etc. No tiene que darse siempre, y es una pena que últimamente no se profese mucho. El amor fraternal puede ir acompañado de los demás amores dentro del amor dual.

El amor a una "κοινός στόχος" es un amor mucho más complejo. Éste puede ser también escondido en canciones, películas, libros, etc. Al fin es muy potente, tanto como el amor romántico, y muchas veces va acompañado de fe. Es un amor que es "único", por así decirlo.

La devoción es la fe en que hay un ser superior llamado Dios que protege a uno. Es como el amor fraternal, con la diferencia de que en este caso sólo hay un maestro, por así decirlo.

Seguiré, si tengo inspiración.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Porque somos algo más

Mucha gente habla de vivir la vida.
Claramente, se refieren a divertirse. Pero esa frase, a parte de pensarla, hay que sentirla.

Porque debes reclamar ser algo más que un trozo de carne viviente o un muñeco en manos de otros, porque debes proteger tu mente y reservar tu obediencia a lo que quieras, no a lo que te digan.

Parece una estupidez, pero vivir es más que existir. Porque un ser humano no es perfecto, porque un ser humano quiere la libertad.

Porque un ser humano se compadece. Porque un ser humano es un ser complicado tanto física como emocionalmente. Porque un ser humano no reaccionará siempre igual. Porque un ser humano no siempre obedecerá.

Porque si uno no tiene eso, no es un ser humano realmente. Es una especie de robot, perfecto, sin fisuras en nada, y porque no quiero que un humano sea eso.

Porque un ser humano es descontrolado a ratos, porque un ser humano, en el fondo, no ama el orden perfecto, sino el imperfecto.

No un caos, sino un orden no perfecto. Porque usted, al igual que yo, no es perfecto y debe amar sus imperfecciones, debe ver el lado bueno.

Dése cuenta, el imperfecto sólo es aquel que no acepta sus imperfecciones. Porque para ser perfecto no hay que querer serlo.